2 de mayo de 2011

Al Infinito y mas allá


I don't know what you could say about a day
in which you have seen four beautiful sunsets.
John Herschel Glenn Jr.

A diferencia de muchos niños, yo nunca quise ser astronauta.

A pesar de que crecí leyendo cantidades industriales de ciencia ficción, el oficio jamás me entusiasmo demasiado. Probablemente porque nunca he sido del tipo heroico, todo lo contrario, muy temprano en mi vida descubrí que al heroísmo y a la estupidez los separa una tenue línea que era muy fácil de cruzar si la balanza histórica no está a tu favor.

Además para ser un héroe de acción se necesitan audacia y determinación, otros atributos de los que carezco en demasía como para no calificar en el perfil. Pero lo que si soy, es un admirador de estos valientes que han arriesgado sus vidas para permitir que todos nos asomemos a ventanas afuera de nuestro muy cerrado círculo.

Buzz Lightyear, el astronauta más famoso de los últimos años
Pero de todos los cosmonautas y astronautas de la historia, admiro muchísimo más a los primeros, porque aunque a la fecha la apuesta entre la vida y la muerte aún sigue siendo altísima, en los primeros años la probabilidad de que todo saliera mal y fracasaran era mucho mayor, así que la posición y afianzamiento de sus respectivos genitales están fuera de toda discusión. 

Cuando nos olvidamos de toda la propaganda que la NASA y la RKA(1) nos inundaron durante las primeras décadas de vuelos espaciales, nos damos cuenta de lo primitivos que eran sus programas y de lo desprotegido que estaban sus pilotos, no cualquiera en su sano juicio se encerraría en una endeble lata junto a 700 toneladas de hidrógeno líquido mientras una explosión de otras 600 toneladas de combustible te lanzaban fuera de la atmósfera, se necesita una mezcla muy especial de locura y ganas de ser famoso para hacer eso.

El pasado 12 de abril, se conmemoraron 50 años de que Yuri Alekséyevich Gagarin se convirtiera en el primer ser humano en viajar al espacio a bordo del Vostok I. Con su icónica frase ¡Poyejali!(2), Gagarin se convirtió en uno de los símbolos más importantes de la era espacial y de la cultura popular, colocando a la entonces Unión Soviética a la vanguardia de la conquista del espacio. Hazaña que solamente puede ser equiparada con la de Neil Armstrong cuando ocho años después pisaba por primera vez la superficie lunar y pronunciaba su famosa frase: “Es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad”, dando fin a la llamada carrera espacial.

Vista de la NASA
Mientras la guerra fría duró, la competencia entre las dos superpotencias por la supremacía del espacio fue divertida, incluso James Bond en el clásico Moonraker (1979) le entró al conflicto espacial y durante un par de décadas al menos, todos estuvimos pendientes de los logros tecnológicos de ambos países y nos emocionaba enterarnos de todo lo que hacían y los planes para conquistar la última frontera y llegar a donde ningún otro ser humano había llegado jamás.

El 30 de agosto de 1984, la NASA aventajó en la nueva carrera espacial con su programa de taxis espaciales. El solo nombre del proyecto nos permitía soñar en la posibilidad de que en un futuro no muy lejano todos tendríamos acceso a viajar al espacio, pero el sueño terminó demasiado pronto cuando el Challenger explotó aquel trágico 28 de enero de 1986. Después de esta tragedia todo el programa espacial de la NASA se fue al caño, la agencia no lo supo manejar bien, todos los agresivos planes de conquista e investigación se fueron aplazando, la banda perdió interés en el espacio y por fin aquel fatídico febrero del 2003 el último clavo de la tumba fue evidente cuando el Columbia se desintegró al ingreso.

Sin embargo, esa maravillosa tecnología nos permitió la satelización de nuestras comunicaciones y gracias a eso hoy tenemos internet y wi-fi, todos los sistemas de defensa de los gringos y los rusos se controlan vía satélite, lo que en un futuro no muy lejano le permitirá a Skynet destruirnos más fácilmente y también nos permitió poner en órbita al telescopio espacial Hubble que después de ser el FAIL más grande de la historia espacial, después de varias reparaciones ahora nos permite asomarnos a otros mundos y saber exactamente cuando mandar a Bruce Willis a destruir el asteroide que amenaza con destruir nuestra civilización.

El pasado miércoles 9 de marzo a las 11 a.m., pude ver en vivo y con cierta nostalgia cómo aterrizaba el Discovery, finalizando así su última misión y más de dos décadas de servicio. Este transbordador espacial fue quizás la nave más exitosa de todo el programa, no solamente fue la más longeva de todas, sino que fue la que más personas llevo al espacio, entre sus pasajeros más famosos están la primera mujer astronauta, el astronauta más viejo, el primer astronauta de color (negro) y el primer cosmonauta (post guerra fría). Con estas misiones acaba el programa gringo de transbordadores, en abril el Endevour parte en su último viaje y en julio el Atlantis hará lo propio, después de su regreso las naves serán retiradas del servicio y se pondrán en exhibición al público, ojalá nos donaran una para remplazar a aquel famoso avión Havilland y podamos poner otro Wings Aeropuerto adentro, para que todos tuviéramos la oportunidad de por lo menos fingir que conducimos a la luna y de regreso.

Lanzamiento del Transbordador
Aunque la vanguardia del espacio indudablemente pertenece a las superpotencias, muchos otros países como Japón, China, Francia e Israel han tenido sus propios programas espaciales rentables y exitosos e incluso han incentivado a países menos desarrollados a iniciar los propios, entre ellos por supuesto México.

El pasado 20 de abril de 2010, fue aprobada por el Congreso de la Unión, la ley para la creación de la AEM (Agencia Espacial Mexicana) y aunque fue altamente criticada la promulgación y su posterior publicación en el Diario Oficial de la Federación, a partir del 31 de julio de 2010, podemos presumir que nosotros también entramos a la carrera espacial y en algún momento del futuro no muy lejano, podremos desarrollar tecnología satelital que nos permitirá ponernos a la vanguardia en latinoamérica y otros países subdesarrollados. La idea parece poco práctica y descabellada en un país con 50 millones de pobres y con necesidades más inmediatas, pero la propuesta adquiere cierto sentido cuando nos ponemos a pensar que ocupamos el lugar mundial #22 en usuarios de telefonía celular y el puesto #57 en usuarios de internet y que en américa latina solamente nos superan Brasil y Argentina en número de usuarios de ambos servicios.

A pesar de que nuestro historial en el espacio no es ni lejanamente histórico o impresionante, aún así toda la fama y el reconocimiento recae en 2 héroes nacionales que se encargaron en poner en alto el nombre y el prestigio nacional. 

El más reciente y por su circunstancia social quizás el más “heroico” fue el  astronauta José Hernández, que partió en el transbordador espacial Discovery el 29 de agosto de 2009 rumbo a la Estación Espacial Internacional (EEI) con otros siete astronautas, otro de ellos; John Danny Olivas, también de origen hispano (mexico-estadounidense), Hernández fue el primero en ser entrevistado por la televisión mexicana y la primera persona en emplear el idioma español desde el espacio en Twitter.

El primero y quizás el más famoso fue el Dr. Rodolfo Neri Vela, que despegó a bordo del transbordador espacial Atlantis un 26 de noviembre de 1985, con la misión de poner en órbita tres satélites de comunicación, entre ellos el histórico Morelos II.

Cabo Cañaveral, cuna de astronautas famosos
como  Neil Armstrong o Don Gato
Gracias a un queridísimo amigo que era su vecino, tuve el extraño privilegio de conocer en persona al Dr. Neri Vela y recalco extraño porque aunque es indudable desde el saludo que es una persona cultísima, inteligente e inquisitiva; características que obviamente fueron tomadas en cuenta por NASA para su reclutamiento, mi plática con él me dejó lleno de sentimientos encontrados.

Obviamente no tengo ni las credenciales, ni la estatura moral, ni mucho menos soy parámetro para emitir un juicio o decir algo negativo acerca del buen doctor; nos abrió amablemente la puerta de su casa y accedió a contestar todas nuestras insulsas preguntas, pero cuando empezó a profundizar acerca de su experiencia, lentamente su discurso empezó a modificarse y se empezó a desconectar con la realidad muy cabrón, y no me refiero a su actitud apacible, bondadosa y perdona vidas como la de cualquier iluminado (El Dalai Lama, El Papa, you name it), esa la tuvo recién lo conocimos, me refiero que mientras nos hablaba como Yoda del significado de la vida y el cosmos, poco a poco se olvidaba de sus interlocutores y empezaba a narrar demasiado vívidamente lo que había presenciado y comenzaba a divagar entre el ocultismo, lo mágico y lo intangible.

El salir fuera de nuestra atmósfera y presenciar el espectáculo de nuestra tierra vista desde afuera debe de ser una experiencia sobrecogedora y difícil de procesar, obviamente la mayoría de nosotros jamás lo experimentaremos y mucho menos lo entenderemos, pero seguramente debe de fundirte algún chip interno y dejarte medio cu-cú, si no sabes entenderlo, manejarlo y procesarlo, digo Yuri Gagarin que era un soldado entrenado en la vieja escuela rusa se volvió alcohólico y se estrelló en un avión caza a los 7 años de su proeza, que podríamos esperar de un ingeniero guerrerense que aunque haya sido una eminencia en muchas materias, obviamente eso no te prepara para enfrentar una experiencia tan poco humana y tan cerca de la divinidad que tan pocas personas en este mundo han sido capaces de experimentar y regresar para contarlo.

La verdad, toda la experiencia platicada por el buen doctor me hizo admirar más a esos valientes y desear menos el salir de esta vieja roca. Seguramente ninguno de nosotros y muy probablemente tampoco nuestros hijos tengan la oportunidad de acercarse más allá de lo que lo han hecho nuestros antecesores, a pesar de tener milenios observando el cosmos y “explorando las estrellas”, de que hace más de 40 años pisamos por primera vez la luna y de que cumplimos 50 años de viajar a el espacio, lo único cierto es que no conocemos ni el 1% del universo, somos todavía un grupo de niños encerrados en una esfera de cristal llenos de sueños e ilusiones y viendo las estrellas pasar dentro de este ínfimo puntito azul.


(1) Agencia Espacial y de Aviación Rusa   
(2) La expresión en ruso: Поехали!, se traduce como “¡Vámonos!” o “¡Allá Vamos!”, en la cultura popular rusa, el término se usa antes de iniciar algún trabajo o proyecto, especialmente si es muy arriesgado o complejo, también se utiliza para brindar.


Me pareció apropiado incluir uno de los cuentos de ciencia ficción disfrazado de canción más bonitos de la historia, de la mano de Bernie Taupin y Sir Elton John, por supuesto me refiero a rocketman, que lo disfruten: