22 de junio de 2012

De Política, elecciones y otros horrores III


Cualquier manual de etiqueta básica dice que en la medida de lo posible hay que evitar hablar de sexo, religión y política. Y es porque en opiniones y gustos, siempre se rompen madres.

Pero a veces en momentos históricos como el que atravesamos, es necesario comprometerse con una posición ideológica y confrontarla con el resto en vistas de un bien común.

No se trata de asumir el moral high ground, ni de pretender tener la verdad absoluta, si no por el contrario, el objetivo es tratar de ser autocríticos, de entender y aceptar que en otras ideologías también hay puntos rescatables y lecciones que aprender.

Cuando uno empieza a pensar y actuar en términos absolutos, es muy fácil ser juzgado y condenado de la misma manera. Las excepciones a las reglas son las que las hacen válidas y nada inventado por el ser humano es eterno ni absoluto.

Con eso en mente, los dejo con la última entrega de este ejercicio de libertad de expresión.

Capítulo 3.
non sibi, sed patriae

Una nación sin elecciones libres,
es una nación sin voz, sin ojos y sin brazos.
Octavio Paz


Aún recuerdo vívidamente una “junta extraordinaria” que tuve con mis amigos un par de días antes de las elecciones del ‘94 donde acordamos un “punto de reunión” por si había algún conflicto post-electoral y los perredistas decidían tomar las calles.

Al final el PRD no ganó y el buen inge demostró ser un hombre cabal y no instigar a la violencia, pero a pesar de que a la distancia nuestra preocupación resulta inocente y quizás desproporcionalmente exagerada, fue la primera vez que experimentamos un auténtico temor a que se desatara la violencia en las calles y la estabilidad social se viera comprometida.

Luego vino Zedillo y todos nos preguntamos seriamente si ese “voto del miedo” que el pueblo le dio al PRI no había sido una de las peores equivocaciones de la historia, pero a pesar de todo sobrevivimos.

En el 2000 la cargada foxista disipó el miedo ante la inminencia de la victoria. Todos los panistas estábamos en los cuernos de la luna, era fantástico ver que después de más de setenta años de imperio priista, la revolución al fin nos hacía justicia, la victoria era nuestra, la verdadera alternancia había llegado, por fin en México experimentaríamos EL CAMBIO.

Estuve involucrado en la campañas de Fox, de Creel y principalmente en la de Estrada en el Estado de Morelos, así que experimenté muy de cerca la victoria y me dejé contagiar un poco por la euforia. Por ser comunicólogo, el gober estableció una relación muy estrecha con mi ex-jefe y conmigo, durante algún tiempo nos dedicamos a hacer toda su comunicación interna, éramos transportados en vehículos oficiales, hospedados en hoteles cortesía del estado y nos dejamos mimar por los ricos y famosos, estábamos viviendo la vida loca. Sin embargo, el gusto fue breve y el golpe de realidad fue brutal.

Nuestro folklórico presidente no solamente no se cansaba de hacer el ridículo si no que además lo convirtió en su trademark, la infinita serie de desaciertos y pifias es imposible de enumerar; “el comes y te vas”, “el José Luis Borgues”, “el Nobel colombiano Vargas Llosa”, “las lavadoras de dos patas”, “el ¿y yo porqué?” y decenas más que nos hacían exclamar a los panistas ¡por amor de dios que alguien le diga que se calle! y que por supuesto hicieron las delicias de mis más recalcitrantes amigos perredistas que tampoco se cansaron de burlarse de él y de mí.

Esa exposición tan pública de la ineptitud de Fox provocó que los pocos logros de su gobierno se vieran minimizados, la percepción de la gente común y silvestre ante el pésimo desempeño y la inexperiencia de todo el panismo nacional fue un sentimiento generalizado de desilusión y cierto resentimiento.

Esa falta de consistencia en el gobierno permitió que se filtrara en los corazones de la gente la oscura figura de López Obrador y su movimiento. Y es que era muy fácil aprovecharse del momento histórico y decirle a la gente lo que quería escuchar y prometerle lo que fuera con tal de conseguir votos y posiciones de poder, ningún político iba a desaprovechar ese pase de pechito a gol y él lo supo manejar de una forma muy inteligente y astuta.

Durante meses, los priistas y toda la derecha conservadora vivimos la angustia de ver a Andrés Manuel encabezar las encuestas, fuimos testigos de cómo su movimiento empezó a tomar fuerza y a capitalizar todos los errores del panismo y de cómo el pueblo se fue fanatizando lentamente por su líder absoluto.

En un extraño giro del destino, de las fuerzas básicas del panismo surgió el caballo negro y se convirtió en el contendiente inesperado, ahora era un tête-à-tête, el país jamás había estado más confrontado que entonces, los amigos dejaron de serlo, las parejas discutían de política, todo el mundo tuvo una opinión, y en un anticlimático final: se declaró el empate técnico.

Durante las elecciones y los subsecuentes días en lo que el IFE contaba y el TEPJF ratificaba, todos estábamos aterrados ante la incertidumbre. Después vino el bloqueo de Reforma, el “voto x voto casilla x casilla”, el “haiga sido como haiga sido”, el presidente espurio y el presidente legítimo; en fin, toda la sobadísima historia que terminó hartando al país entero.

Y luego llegó Calderón. Con un país completamente polarizado, con sólo un tercio apoyándolo, sin la mayoría en el congreso, sin gente con experiencia ni capacidad en su gabinete, con la carga del sexenio pasado y con los más de 70 años de deudas priistas que aún no se resolvían a cuestas y lo primero que se le ocurre es declarar una guerra frontal contra el narcotráfico e hipotecar  nuestro futuro y nuestra seguridad.

Obviamente en 6 años el país se le desintegró en las manos, lo sobrepasaron tantos problemas, tanto conflicto, tantas muertes, tantas cosas por hacer, tantos pendientes, tantos compromisos y de puritito milagro no nos fue peor.

Así que no, no hay manera de defender a los gobiernos panistas tampoco. Lo que nos demuestra que ningún partido es mejor que otro, que ningún candidato es mejor que otro y que en la política, en el sexo, en el amor y en la vida, tienes que elegir a quien te vibre más o quien te repugne menos y en base a eso empezar a tomar decisiones.

Éstas son nuestras tres opciones reales muchachos, obviamente es tu decisión y tu prerrogativa si quieres nulificar tu voto, pero antes de que lo hagas te voy a pedir que pienses en todos los que han muerto para que tengas este derecho, piensa por favor en lo cara que es la democracia y todo el sistema alrededor de ella, piensa que el dinero para pagar la infraestructura de una votación la pagamos tú y yo con nuestros impuestos, pero sobretodo piensa que a ningún político le interesa lo que hagas con tu voto.

Si tu intención era castigarlos y obligarlos a que en las próximas votaciones presenten candidatos más decentes y con mejores propuestas, de una vez puedo asegurarte que pierdes tu tiempo. La mayoría de nuestra clase política está conformada por gente sin escrúpulos que no les importan sus votantes ni la gente que gobiernan, a la mayoría simplemente les interesa el poder por el poder.

Al anular tu voto no vas a sancionarlos, sólo vas a facilitarles el acceso al poder, porque ellos están jugando al divide y vencerás, entre menos haya que repartir hay menos que perder. Si realmente te interesa emparejar los cartones tienes que jugar con sus mismas reglas y obligar a los 3 grandes a repartir equitativamente el poder. Si igualas sus condiciones de competencia los obligas a negociar entre ellos y a que ellos mismos se acoten y se auto-regulen, con eso no acabarás con la corrupción pero al menos la frenarás porque será más difícil repartir un botín entre tantos maleantes.

Si por no comprometer tus ideales le regalas tu voto a los otros partiditos no ayudas a la causa tampoco, solamente fomentas negocios familiares y enriqueces más a los tentáculos de esta maquinaria de poderes fácticos que seguirán amasando riquezas y poder mientras se lo permitamos.

Al permitir que esta mafia se consolide en senadurías y diputaciones, en vez de fortalecer el diálogo y el intercambio de ideas, sólo les damos poder de decisión y posiciones estratégicas para que ellos los intercambien por favores políticos y lucren con otras fuerzas políticas para votar a favor o en contra de ciertas iniciativas sin importarles realmente los principios o sus ideales políticos.

En serio amigos, no tiren su voto a la basura. Frente a las urnas traten de no ser emocionales, eso déjenlo para su vida privada, piensen con la cabeza y no con el estómago, su voto es muy útil e importante, no dejen que nadie les coarte su libertad de decisión y recuerden que con cualquier poder viene una responsabilidad y la suya como ciudadanos es cumplir con su comunidad, el sacrificio a la larga valdrá la pena.

Dicen que el voto es personal y secreto, y yo no soy ninguna autoridad moral ni mucho menos intelectual para decirles por quién o cómo votar, eso es cosa de cada uno de ustedes. Pero en este ejercicio de honestidad y franqueza les voy a decir por quién voy a votar y les voy a explicar porqué votaré así.

Si 25 temporadas de Survivor nos han enseñado algo, es que el voto también es estrategia. Los puntos siempre cuentan y en este caso nuestro referente son las encuestas.

Para efectos de este ejercicio no importan si están maiceadas o copeteadas, en cualquier encuesta que decidamos aceptar como válida, hay claras tendencias que son imposibles de revertir y sin importar cual tomemos de referencia podremos proteger a nuestro partido, candidato o corriente ideológica si sabemos jugar bien nuestras cartas.

Para la presidencia, yo escogí creer que Peña Nieto lleva una abrumadora ventaja sobres sus contendientes y veo difícil que AMLO puedan remontar y menos si está en un “empate técnico” con Josefina, pero aún sin creer eso, al final de cuentas es una apuesta 4 a 1, porque los “indecisos” en este caso si “cuentan”. Así que, si al factor información le sumamos el factor histórico tenemos que Madrazo en 2006 obtuvo un 23% de la votación que es el voto duro del PRI y que si lo comparamos contra el 35% de los otros ya no resulta tan abismal como pareciera antes. Si a esto le sumamos el voto del Partido Verde y consideramos que el PANAL restará votos a todos los participantes, votar por el PRI no es una apuesta descabellada.

Ahora bien, se supone que debería votar por Josefina, pero en un examen de honestidad lo veo muy cuesta arriba para ella y es bastante probable que no asegure ni el segundo lugar. Como soy abiertamente antipejista obviamente jamás votaré por él ni por su grupo de mafiosos del PT y Convergencia (o como quiera se llame). Mi voto útil será para el PRI porque el PAN está en una batalla que no puede ganar y prefiero usarlo para que AMLO no acceda al poder y para que Alianza no gane su registro. Sin anular mi voto conservé el poder de decidir en contra de dos males sin convertirme en un mártir panista.

Para el congreso, senados, diputados, distritales y locales votaré por el PAN, porque aunque no se alcance la mayoría en el congreso se pueden asegurar varios puestos estratégicos para tener al presidente de los huevos y mantener al PRI a raya. Con una representación importante se evita también que los partidos chicos tengan voz y se contrarresta su fuerza e influencia en las decisiones.

Para la Jefatura de Gobierno de el Distrito Federal la historia es muy diferente. La señora Wallace no tiene experiencia alguna en servicio público y manejar una ciudad de éste tamaño con la complejidad y los problemas inherentes de logística se me hace un trabajo demasiado complicado para ella. Por Betty la fea votaría en un segundo, es una mujer inteligente, con una trayectoria política importante, ha sido embajadora, dos veces diputada, presidenta de su partido y gobernadora de Tlaxcala, sin embargo las encuestas no les favorecen a ninguna de las dos y según los números Mancera las supera casi 2 a 1.

Miguel Ángel fue procurador de Justicia del D.F. que es una tarea nada fácil, además creo sinceramente que es uno de los perredistas más mesurados y enfocados que militan actualmente, así que mi voto útil será para él.

Si les sorprende mi decisión es que aún no han entendido que no se trata de partidos y rivalidades si no de pensar cómo votas y porqué. En este caso tengo que reconocer que el desempeño de Ebrard al frente de la ciudad no fue tan malo, no me parece espectacular pero creo que cumplió con el mínimo requerido. Por otra parte en el Distrito Federal está la ventaja de que el Partido Verde, el PANAL y el PT van sin alianza y que si existe una abrumadora ventaja es muy posible que estos partidos no tengan representación y a la larga pierdan sus registros.

En cuanto a los jefes delegacionales, obviamente votaré por el PAN. Sus gobiernos en los municipios de Cuajimalpa, Benito Juárez y Miguel Hidalgo (donde vivo) son bastiones panistas donde gozamos de muchos privilegios que no existen en otras delegaciones. Ya sea por el tamaño, la geografía, la cantidad de edificios gubernamentales, las licitaciones, la historia o lo que quieran, son sustancialmente distintas al resto.

Me ha tocado vivir 3 veces en fronteras delegacionales y es de verdad increíble descubrir que cruzando la línea imaginaria se acaban los beneficios de una y comienzan las carestías de otra. Y no tiene absolutamente nada que ver con el tipo de colonia o la gente que vive allí, yo tengo literalmente cruzando la calle a la colonia Condesa llena de hipsters y gente bien pero que tienen una prestación irregular de servicios importantes como agua, luz y recolección de basura.

A sólo unas cuadras más está la Roma, otra colonia “bonita” pero con un índice delictivo altísimo, sin ir más lejos a mi propio hermano que vive en esa colonia le robaron su auto afuera de su casa, así que ya sea por consolidar poco a poco al PAN en el D.F. o para evitar diluir más el poder o simplemente por tranquilidad propia, mi voto irá en ese sentido.

Mi modelo es muy sencillo y fácilmente replicable en otras latitudes, sólo necesitan hacerse las preguntas correctas y estar dispuestos a sacrificar un poco sus tendencias e ideologías por algo más importante.

Estamos muy lejos de la democracia que queremos o necesitamos en este país. Cada quién tiene ideas y necesidades propias, pero en algún momento tenemos que empezar a pensar en el bien común, en lo que sea mejor para la mayoría, en un sistema que nos asegure a todos lo básico para vivir tranquilos y dignamente.

Este 1º de Julio es un buen momento para comenzar la construcción de un gobierno más estructurado e incluyente, donde todos podamos expresarnos libremente y nuestra opinión sea importante y tomada en cuenta, al final de eso precisamente se trata la democracia.

18 de junio de 2012

De Política, elecciones y otros horrores II


El cambio verdadero nunca se da de la noche a la mañana, es el resultado del trabajo y la constancia. Para hacer la diferencia se necesitan hacer sacrificios, invertirle tiempo y sobretodo hay que echarle muchos huevos.

El activismo político y social se da en las calles y en las oficinas de gobierno y no sentado en tu casa frente a una computadora. El activismo de escritorio simplemente no funciona, twitear o postear en las redes sociales no es proselitismo efectivo, el alcance real de los mails, los blogs y las redes sociales es muy limitado, la gran mayoría de los votantes registrados ni siquiera tienen acceso a internet.

Si realmente te preocupa el destino de nuestro país, empieza por conocer e informarte quién te gobierna. Conoce a tus vecinos, a los representantes de tu colonia, municipio, delegación, distrito y estado. Involúcrate en el proceso y la toma de decisiones, opina, pelea por tus derechos y defiende tus ideas, el sistema se puede cambiar y se puede vencer, pero hay que involucrarse, nadie hará la chamba por tí.

Y si no estás dispuesto a sacrificar nada, tampoco tienes derecho a quejarte por todo, no se vale criticar y mentar madres si estás dejándole la responsabilidad a alguien más. El cambio siempre se genera de menor a mayor, por eso hay que hacer cada quién su parte, no existen soluciones mágicas o milagrosas y aún no ha nacido un caudillo capaz de liberar a un país de un mal gobierno.

Como decía ese famoso comercial de la lotería: sin billete no hay billete.


Capítulo 2.
De los males el menor

Todos los males de la democracia
pueden curarse con más democracia
Alfred Emanuel Smith


A pesar de mi afiliación panista y mis tendencias de derecha, muchos de mis mejores amigos son abiertamente perredistas.

Algunos de ellos verdaderamente recalcitrantes y comprometidos con su ideología de izquierda. Son guerreros, enérgicos y contundentes. Están constantemente en guardia y dispuestos a defender sus ideas, siempre están bien informados y tienen el dato duro a la mano como su infalible sistema de defensa, están acostumbrados a la confrontación de ideas y por eso los respeto profundamente y disfruto discutir de política con ellos.

Sin embargo, la abrumante mayoría son simples pseudo liberales de la condechi que apoyan al movimiento únicamente para sentirse “diferentes”. Les encanta ser percibidos como reaccionarios con ideas “propias” y “libres”. Creen que con defender corrientes “de avanzada” y “radicalmente” distintas a las de sus padres, familiares, profesores y jefes, automáticamente se convierten en intelectuales y modernos, pero ante un cuestionamiento más a fondo de sus creencias, rápidamente se desfondan y se vuelven poco receptivos ante la crítica y la confrontación. Generalmente son de memoria breve y temperamento corto, son apasionados, muy emocionales y se clavan en detalles sin sentido, son un reflejo de su propio carácter o su falta del mismo.

Por eso, un joven idealista y rebelde que se identifique con la izquierda resulta muy natural y hasta un poco obvio. Sinceramente yo jamás les había dedicado demasiada atención y francamente tampoco los había tomado muy en serio, pero una serie de acontecimientos recientes me harían cambiar de opinión.

Como les conté, en esta contienda electoral había decidido autocensurarme y utilizar estos medios alternativos solo para bromear y comentar la nota con mis amigos y conocidos.

Durante el primer debate de los presidenciables, a uno de mis amigos se le ocurrió responder sarcásticamente a un ex-compañero de agencia un twitt de apoyo a AMLO y la indignación de éste fue tal que le dio UNFOLLOW y UNFRIEND en Facebook. Cuando me lo contó, nos pareció una anécdota divertida y coincidimos en que su reacción había sido absolutamente desproporcionada y hasta ridícula

Días después, durante el concierto de Paul McCartney en el zócalo, el mismo ex-compañero de agencia twiteó que le agradeciéramos a Ebrard por haberlo traído a México y yo le respondí que más bien le agradecieran a mis impuestos que lo hicieron posible. Para mi absoluta sorpresa, con ésta réplica obtuve los mismos resultados que mi amigo: un UNFOLLOW y UNFRIEND en Facebook.

La historia entonces dejó de ser divertida. Y no porque me haya afectado sentimentalmente, si no al contrario porque él lo tomó demasiado personal. Me costaba trabajo entender y aceptar que un joven inteligente, con estudios profesionales, aficionado a la lectura y con cierta cultura haya sido cegado totalmente por un adoctrinamiento tan arbitrario, tan lleno de odio, negación y cerradez de miras.

Yo comprendo que es una estrategia de todos los partidos utilizar como peones y puntas de lanza a idealistas que no están precisamente bien informados acerca del tipo de alacranes ponzoñosos que están apoyando, pero fue muy triste descubrir que a muchos jóvenes de la izquierda ya les hicieron todo un coco-wash para que apoyen plataformas y candidatos que ni conocen. Me dio muchísima pena darme cuenta de cómo varios de mis amigos no comprenden que se están comiendo este discurso de odio e intolerancia sin hacerse preguntas objetivas ni cuestionamientos.

Y no es porque tenga algo en contra de la llamada “izquierda mexicana”, al contrario, por la naturaleza de mi trabajo he tenido la oportunidad de trabajar para los tres partidos grandes y puedo asegurarles que hay muchos políticos verdaderamente comprometidos, decentes y fieles a la ideología y a la corriente que representan, a veces en niveles que rayan en el fanatismo, pero que demuestran que como en todo lugar siempre hay gente valiosa e ideas que funcionan y se sustentan por ellas mismas.

Sin embargo, a pesar nuestro terrible pasado y de toda la podredumbre que persiste en nuestro sistema político actual, creo firmemente que ningún partido ha sido tan afectado por sus propios representantes como los partidos de izquierda.

En su afán por diferenciarse del resto, han sacrificado su capital político más importante: las ideas. Por tratar de crear su estado progresista e igualitario, le han quitado a la gente más derechos de los que han otorgado. Han confrontado a toda una sociedad tradicional, conservadora y profundamente religiosa con ideales y propuestas de bienestar social que solamente benefician a unos cuantos. Han atacado a todas las instituciones, aún a las que han solapado sus crímenes y a las que los han puesto ahí para gobernar. Han hecho tantas alianzas y prometido tantas cosas a tantos grupos diferentes, que su deuda política y social es la más grande en comparación a los otros partidos y a la cantidad de personas que gobiernan.

Pero todo eso a la mayor parte de la población ni le preocupa, ni lo entiende. En más del 60% del país todavía se vota por la percepción de la gente hacia los candidatos y no por sus plataformas. Y muy pocos personajes políticos han generado tanta animadversión pública como López Obrador.

Para aquellos que me conocen bien, no es un misterio que yo siempre he sido firme detractor de Andrés Manuel. A este tipo de caudillos políticos siempre les he tenido reserva, miedo y respeto. No creo en nada de lo que representa o dice representar y sus formas y métodos me parecen populistas, absolutistas, totalitarios, fascistas y pavorosamente cercanos al nacionalsocialismo. Y lo único que han hecho los años es acrecentar mi desprecio, mi desconfianza y mi miedo a que un tipo de esa calaña se acerque siquiera al poder.

Me gustaría despedir este ejercicio de libertad de expresión con un texto que escribí en Marzo del 2004 para el No.5 de Internet@s y que precisamente ilustra cómo a pesar de que han pasado ocho años, la política y los políticos en este país no cambian y tanto el texto como mis ideas en contra de éstos siguen siendo igual de vigentes que entonces.


“Dicen los estudiosos de la materia, que cada país tiene el tipo de gobierno que se merece. En nuestro caso, esta afirmación no podría ser más cierta.

Este país de caricatura, no podría tener otra cosa que gobernantes de caricatura. El deshonroso grupo de gobernantes con el que contamos, además de ser escalofriantemente dispar y ecléctico, es vergonzosamente inepto y corrupto, lo cual no es nuevo ni sorprende a nadie, pero a pesar de todo, seguía siendo el secreto mejor guardado por millones y millones de habitantes y aunque se comentaba mucho al respecto, nadie lo había hecho público hasta ahora.

Bastó solamente de un payaso -quien por cierto da las noticias por televisión (¡háganme ustedes el recabrón favor, empecemos por ahí!)-, para que las cloacas de la política nacional se destaparan. 

Y lo impactante no es darse cuenta de que el niño verde también muerde, o de que la lana de nuestros impuestos se juega en una mesa de blackjack en Las Vegas, ni siquiera que se hagan favores políticos entre empresarios y gobernantes, eso es historia vieja y estamos tan acostumbrados a saber y conocer no solamente de esos asuntos, sino de situaciones aún más serias, como asesinatos y persecuciones políticas, traiciones, venganzas y demás vendettas ínter e intrapartidistas, sucesiones de puestos y campañas políticas arregladas, licitaciones gubernamentales, permisos y licencias y otros beneficios otorgados a terceros por compadrazgos, amistades, romances y favores presidenciales, que estos materiales no nos son extraños, ni nos resultan sorpresivos, setenta y tantos años de la política de la mordida, la corrupción y el fraude, nos acostumbraron a esto y a muchísimo más.

Lo que ahora nos molesta y nos resulta ofensivo, es que se haya convertido por fin en un asunto público, donde todos los involucrados se dan sus baños de pureza y sus golpecitos de pecho, donde con el peor de los descaros los implicados salen a hacer declaraciones a favor y en contra, y en donde todos ven una oportunidad de desacreditar al contrario, olvidando el realmente preocupante asunto de fondo en todo esto: ¿ A dónde va a llevarnos como país, como ciudadanos y como seres humanos este lento proceso de resquebrajamiento de un sistema político que hace tantos años dejo de funcionar?, parece ser que la profética frase a utilizar en este momento irónicamente es: “Ya nos cargó el payaso”...¡Gracias Brozo!

Si la historia nos ha enseñado algo, es que la humanidad es cíclica, en todo el mundo solemos repetir nuestros errores una y otra vez, se trata de alguna clase de estupidez genética o algo parecido, de lo cual no podemos deshacernos.

Todos los líderes carismáticos generalmente terminan en un régimen fascista del que estamos peligrosamente cerca, creo innecesario recordarles los horrores de el castrismo, el franquismo, el estalinismo e invocar a Mussolini, Mao y otras perversas amistades está de más.

Quizás como abierto y franco panista blanquiazul, no es mi lugar ni mi momento para hacer ninguna declaración en contra de cualquier otro partido, quizás no es correcto y probablemente tampoco es ético que haga este comentario; pero mientras la libertad de expresión exista y esté de mi parte, creo que es mi deber editorial exponer en este medio libre de censura, el horror que presencié en nuestro zócalo capitalino, al ver al carismático líder perredista: “El Pejelagarto”, en plena actitud romaneeeescuuuuus instando a su horda de fanáticos seguidores en el más puro estilo hitleriano, mientras era ovacionado cada vez que les informaba que él era el futuro tlatoani y líder espiritual de la Nueva Tenochtitlán, que el era el ungido, el elegido, el llamado a ser el salvador, nuestro redentor.

Solo quisiera pedir un favor a todos ustedes amados lectores, hagan un profundo examen de conciencia y de memoria antes de que emitan su voto ahora en el 2006, recuerden que este personaje mal llamado jefe de gobierno, se ha lavado las manos en más de una ocasión de sus deberes políticos aduciendo que ese asunto en particular era responsabilidad directa del Gobierno Federal, recuerden que es el mismo que dijo no conocer a esa señorita Aura cuando aquel olvidado y penoso escándalo de los programas de educación en la SEP, recuerden al menos ese capítulo de los Simpsons en donde Bob Patiño gana las elecciones en Springfield gracias a su estrategia con los votantes de la tercera edad y su “Carretera Matlock”.

Por favor, hagamos que ese error no se repita, creo que somos más inteligentes que eso, ¿No les parece que Latinoamérica ya esta demasiado harta de los Fujimoris, los Menem y los Chávez?, a’i se los dejo de tarea...” [sic.]

13 de junio de 2012

De Política, elecciones y otros horrores


Hasta hoy, había prometido mantenerme al margen de la actual contienda electoral y limitar mi participación a hacer comentarios sarcásticos y aderezarlos con un poco de inofensiva comedia política.

Siempre he criticado el proselitismo sin compromiso ni involucramiento y las redes sociales y estos medios alternos realmente no aportan demasiado a ninguna causa, sin embargo conforme más me acerco al 4to. Piso, creo que es más válido tener y defender una posición ideológica, someterla al análisis y al escrutinio público y comprometerse al menos con una opinión propia que represente mi visión de éste país en el que nací, vivo y a pesar de todo creo.

Sin pretender ser un letrado en la materia y aceptando mis numerosas deficiencias en temas políticos hablaré exclusivamente de mi experiencia propia y como me han afectado directa o indirectamente los últimos años desde que desarrollé una conciencia política.

Por eso preparé este pequeño tríptico de historias que ilustran mis ideales y convicciones y que no pretenden cambiar la intención de voto ni criticar ningún posicionamiento o inclinación política de mis lectores, simplemente son una visión propia que en el peor de los casos les servirá solamente de referencia para el momento en el que tomen una decisión en las urnas.

Así es que sin más preámbulo, los dejo con la primera entrega de este ejercicio de libertad de expresión.


Capítulo 1.
El Pueblo sin rostro

El destino de un país
está en manos del progreso
de sus ciudadanos.


Yo nací y crecí bajo el régime priista.

Como la mayoría de la gente de mi generación, fui criado en un hogar católico y conservador, con valores familiares y morales tradicionales y en una estructura social blindada de cualquier influencia reaccionaria o contraria a los ideales del sistema.

Me tocó vivir la guerra fría y soy un producto de la televisión. Desde niño, la tele me crió y me educó bajo el statement gringo, me enseñó a repudiar al socialismo, al comunismo y a los hippies, y me hizo amar al capitalismo y al neoliberalismo. Vi a mis tíos rojillos traicionar los ideales comunistoides de su juventud y sucumbir ante el sistema católico y capitalista que tanto criticaban y condenaban.

Pero también me tocó ver de cerca la corrupción, las devaluaciones del peso, la represión, la censura, la persecución de periodistas, los fraudes electorales, la imposición de los poderes fácticos y la oligarquía de los ricos y poderosos.

A mí no me contaron lo que pasó en terremoto del ‘85, me tocó vivir la ineptitud, la falta de organización y de conciencia de las autoridades y también estuve ahí cuando la burbuja se rompió, fui testigo de “la caída del sistema”, fui víctima de las mentiras del primer mundo que prometía el Salinismo, contemplé con terror el asesinato de Colosio y sufrí de primera mano el “error de diciembre” y el “efecto tequila”. Así que con todo ese background no era muy descabellado pensar que al crecer me convirtiera en panista.

He sido panista blanquiazul desde que puedo votar. Mis amigos de hace muchos años aún no entienden cómo a pesar de mi naturaleza rebelde y reaccionaria puedo apoyar a la ultra derecha católica conservadora y siempre les contesto que en el fondo todos los mexicanos somos panistas de clóset, a todos nos encanta presumir de modernos, liberales y progresistas pero en cuanto algo o alguien nos toca nuestros valores sociales, morales y religiosos más profundos ya no nos parecen tan anacrónicos y aberrantes, si no me creen recuerden esto la próxima vez que haya un temblor y se encuentren rezándole a la virgencita, cuando vean caminando a una niña de quince años con una panza de 8 meses de embarazo o a un par de bigotones besándose en la calle y entonces me presumen de open mind.

No voy a defender a la ultra derecha, ni al panismo, ni a ningún otro gobierno de “alternancia” de ningún partido existente o extinto porque simplemente no hay cómo, no hay manera de exaltar ningún logro o valor intrínseco sin que se empuerque por alguna mala acción de su partido o sus propios correligionarios. La política nacional está tan manchada que los pocos políticos rescatables se diluyen entre las hordas de maleantes, ladrones, asesinos, ineptos, locos y corruptos que han envenenado lentamente este país.

Ante el fracaso del modelo panista y el inminente regreso del PRI a Los Pinos, regresan a mi mente todas esas historias de injusticia y abusos de las que fui silencioso testigo y me pregunto si existirá alguna forma de evitar que se repitan, ¿serán los jóvenes realmente capaces de revertir el proceso y amortizar los efectos nocivos del priismo en el poder?, ¿habrá alguna forma de restringir el despliegue de la corrupción desmedida?, ¿podrán combatir la indiferencia y luchar por un cambio sustancial y duradero?, yo solamente puedo cooperar a la causa contándoles una historia de un lugar a donde jamás llegó el cambio.


Todo comenzó a finales de septiembre del año pasado cuando uno de mis clientes me pidió visitar una de sus plantas en el Estado de México.

A escasas 3 horas del Distrito Federal y ubicada dentro de un parque industrial más bien mediano, la planta está a las orillas de lo que en ese estado denominan como “municipios jóvenes”.

El acceso al parque industrial está rodeado por un pequeño poblado y desde mi llegada me sorprendió descubrir las condiciones tan precarias en las que ésta pobre gente vive. No solamente no contaba con caminos y señalización apropiados para los vehículos que transitan diariamente por sus calles (si a estos pedazos de pavimento llenos de charcos y lodo se les puede llamar así), si no que ni siquiera tenía los servicios básicos como drenaje, agua corriente y luz eléctrica.

Este pueblo de más de 100 habitantes, no cuenta con clínicas, escuelas, policías y ningún tipo de representación legal. Los empleados de la planta e incluso algunos de los locales que trabajan ahí como obreros, se refieren a él como uno de “los pueblos perdidos” de Eruviel.

Pero tanto el gobernador actual del Estado, como sus antecesores; el ahora flamante candidato Peña Nieto y su nefasto predecesor Montiel, en más de una década ni siquiera se han acercado a conocer las necesidades de la gente que habita ahí y que supuestamente gobiernan.

Sin embargo el pueblo está lleno de gente trabajadora, con ganas de superarse y con el sueño de poder mejorar las condiciones de vida para sus familias. Todos te saludan por las calles y son amables con los visitantes, al platicar con sus habitantes te das cuenta que es gente buena y optimista que a pesar de tener todo en contra siempre tratan de encontrar lo bueno y positivo aunque en sus rostros se refleje la tristeza y la resignación.

Durante los días que duró nuestra evaluación, tuvimos que hospedarnos en la ciudad de Tula en el vecino estado de Hidalgo, donde podíamos tener conexión a internet y acceso a materiales de oficina básicos porque era el destino más cercano para encontrar las condiciones adecuadas para continuar nuestro trabajo.

Fue increíble descubrir lo fácil que es salir de tu zona de confort y darte cuenta de la realidad tan distinta y adversa que tus compatriotas viven y padecen a tan pocos kilómetros de tu ciudad. Era imposible no pensar y preguntarse que si esto sucedía a sólo 3 horas del D.F. ¿qué se podría esperar de municipios en la sierra de Guerrero y Oaxaca?, ¿cómo sobreviven las poblaciones indígenas en Tlaxcala?, ¿qué hay con el resto de nuestro país?, ¿hasta dónde realmente ha llegado el bienestar social?, ese panorama inquietante y perturbador te hacía de verdad reapreciar los beneficios que tienes, aunque estén mal distribuidos y sean excesivamente caros por lo menos contamos con lo básico para vivir cómodamente.

Con el corazón encogido y una profunda sensación de rabia e impotencia me fui de aquel anónimo pueblo, mientras me alejaba, vi corretear felizmente a unos hirsutos niños entre charcos, perros famélicos y humo de tráiler y no pude mas que maravillarme de su inocencia, ellos no conocían y probablemente no conocerán una realidad diferente. Todo su universo se encuentra en esos polvorientos metros cuadrados de terreno, el resto de su vida estarán condenados a luchar cuesta arriba para poder vivir dignamente en un país que los ha olvidado y ha dejado atrás.