15 de agosto de 2012

No es una carga, es mi hermano


(1)(2)
I have a brother
When I'm a brother in need
I spend my whole time running
He spends his running after me
When I feel myself going down
I just call and he comes around
But for the first time
I feel love
The First Time
Bono / U2 (3)
Los sonidos huecos de la alberca pública se escuchan a lo lejos.

Los ecos de las risas, los gritos ahogados, el chapoteo del agua y el silbato del entrenador parecen estar contenidos dentro de una burbuja tan ajena a él y a pesar de todo tan cercana que con un simple toque lo absorbería dentro de esa realidad.

Sin embargo el niño del traje de baño rojo se encuentra dentro de su propio mundo acuático. Con la vista nublada por las lágrimas apenas puede enfocar los detalles del piso de mosaico frente a él. Con el mentón apoyado en sus rodillas y apretando fuertemente sus piernas con ambos brazos no puede evitar el temblor involuntario de su cuerpo ni el castañeo de sus dientes, se encuentra tan desamparado como un recién nacido y el aire que se cuela dentro del gimnasio lentamente enfría más su húmedo cuerpo. 

Pero el temblor de su cuerpo no solamente es provocado por el frío, el niño del traje de baño rojo tiembla de miedo, de impotencia y de frustración, la rabia y la humillación es tan intensa que quisiera salir corriendo de ahí pero la vergüenza y la confusión se lo impiden. Es aún muy pequeño para comprender lo que siente, son muchos sentimientos para manejar y demasiadas emociones para procesar. A lo largo de su vida, el niño del traje de baño rojo seguramente se acostumbrará a enfrentar éstas situaciones, pero en ese momento histórico simplemente son una carga demasiado dura para él.

Los detalles de su humillación atormentaban su mente y el sentimiento se le atoraba en el pecho. Quería gritar, escapar, esconderse, sin embargo las imágenes seguían repitiéndose una y otra vez en un loop infinito en su cabeza. El entrenador de natación los había formado en fila al lado de la alberca para que se lanzaran desde la orilla. Uno a uno los niños eran obligados a saltar dentro de la alberca mientras él les daba instrucciones desde afuera y observaba sus evoluciones en el agua. El niño del traje de baño rojo contemplaba la escena con terror conforme se acercaba su turno, sintió un pánico paralizante cuando por fin le tocó saltar, su corazón latía incontrolablemente y retumbaba en sus oídos, entre el sonido ensordecedor apenas escuchó las breves instrucciones y sintió el empujón del entrenador. De pronto todo fue confusión.

El agua aprisionó al niño del traje de baño rojo mientras luchaba con todas sus fuerzas por salir a la superficie, cuando por fin pudo impulsarse para tomar la primera bocanada de aire, abrió exageradamente la boca tragando más agua que aire para sus pulmones. Mientras manoteaba desesperadamente luchando por respirar y no volver a hundirse, el entrenador le gritaba órdenes de braceo y pataleo. La desesperación por mantenerse a flote hacía que el niño del traje de baño rojo golpeara violentamente la superficie de la alberca y siguiera tragando agua, cuando estuvo a punto de hundirse de nuevo, sintió de lleno un golpe en el pecho que le sacó el poco aire que había logrado acumular, instintivamente se aferro al objeto de madera que lo había impactado.

Del otro lado de la pértiga se encontraba el entrenador que en un solo movimiento lo jaló hacia él y ejerciendo palanca lo impulsó fuera del agua y lo depositó bruscamente al lado de la alberca. El niño del traje de baño rojo se lastimó ambas rodillas al impactar contra el duro mosaico. Mientras tosía y escupía agua, boqueaba desesperado por conseguir aire, tratando de controlar las arcadas involuntarias y sintiendo el incontrolable llanto de dolor que lo invadía.

Mientras trataba de recuperarse, el resto de los niños dentro y fuera de la alberca reían divertidos ante lo cómico de la escena disfrutando del espectáculo que la pesca del día les había brindado. Con la respiración entrecortada el niño del traje de baño rojo levantó la mirada hacia el entrenador que lo contemplaba más con enfado que con misericordia esperando a que se incorporara para continuar su clase.
Cuando el niño del traje de baño rojo pudo al fin ponerse en pie, se tambaleó del vahído producto del mareo y el reflejo del vómito. Su corazón latía sin control, el punzante dolor hacía que sus rodillas temblaran y el miedo y el sobresalto habían borrado el color de su rostro. Atónito ante la sorpresa miró confundido a su alrededor sólo para darse cuenta de las risas burlonas de los otros niños y la actitud de hartazgo del entrenador.

De pronto ya no pudo contener más el llanto y las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos. Con tono molesto el entrenador le dijo: - No llores, no te pasó nada. Enfurecido, el niño del traje de baño rojo se arrancó de la cabeza el gorro de natación y lo azotó con coraje en el piso. Sus lágrimas tenían un sabor amargo y la ira le oprimían el corazón y el estómago. Aún tambaleante se fue hacia el rincón más alejado del gimnasio apretando la panza y los dientes, en su corta vida jamás se había sentido tan humillado y enojado, se derrumbó en una esquina y se encorvó en sí mismo tratando de esconder su llanto de los demás pero sin poder controlar sus sentimientos. 

El niño del traje de baño azul se acercó lentamente a él. Por un momento dudó de su primer impulso y se detuvo a un metro del niño del traje de baño rojo. Al escuchar los sollozos llenos de dolor y pesar, sintió un estremecimiento y la extraña necesidad de confortarlo. Colocó una toalla sobre sus hombros y se acomodó a su lado sin decir nada. Midiendo sus palabras le preguntó: - ¿Estás bien?. El niño del traje de baño rojo sin levantar la mirada le respondió negando con la cabeza.

El niño del traje de baño rojo trató de articular una palabra de gratitud por la toalla pero una tos producida por el llanto y el ahogamiento se lo impidieron. Cuando pudo controlarla, volvió el malestar general y el llanto incontenible. El niño del traje de baño azul se sentía fuera de lugar, no estaba acostumbrado a consolar a nadie y el llanto de los demás le hacía sentirse incómodo. Sin embargo, por primera vez en su vida experimentaba esa responsabilidad por el bienestar ajeno, era un sentimiento difícil de procesar pero que extrañamente lo hacía sentirse bien.

El llanto había cesado un poco, sorbiendo sus mocos el niño del traje de baño rojo ahora luchaba por controlar sus suspiros de sentimiento. Al verlo ahí, tan confundido, tan frágil, tan desamparado, el niño del traje de baño azul sintió que debía hacer algo al respecto. Articulando con cuidado preguntó delicadamente: - ¿Quieres que regresemos a la alberca?. El niño del traje de baño rojo respondió de nuevo negando con la cabeza. Solidario ante la negativa replicó: – Okey, nos quedamos aquí hasta que termine la clase. Y paso su brazo sobre el hombro del niño del traje de baño rojo.

Sorprendido, el niño del traje de baño rojo levantó la vista y parpadeó para aclarar su mirada. El niño del traje de baño azul lo miró directamente a los ojos y le sonrió. Por un segundo que duró una eternidad, ese incómodo momento se convirtió en la primer promesa de corazón que se hicieran esos dos hermanos. Por primera vez ambos eran conscientes de el vínculo fraternal que los unía, hasta ese instante pudieron darse cuenta lo que significaba ser hermanos, entendieron el compromiso implícito y la responsabilidad de apoyarse mutuamente y mantenerse siempre unidos.

En ese abrazo que pareció extenderse al infinito, ambos hermanos asumieron un rol que les pertenecería siempre, entendieron esa necesidad recíproca y comprendieron como solamente podrían entenderlo dos hermanos que ese amor no se enseña y que su fuerza simplemente se manifiesta. Yo lo sé muy bien porque el niño del traje de baño rojo era yo, y el niño del traje de baño azul era mi hermano, y ese día fue la primera vez que tuve la certeza de que no importaba dónde estuviera, mi hermano siempre estaría conmigo, para apoyarme, para protegerme, para evitar mi sufrimiento, para ayudarme a no cometer errores y para hacerme la carga menos pesada.

A pesar de los altibajos, de muchos años y muchas historias e incluso de si mismo, mi hermano siempre ha cumplido su promesa y se ha quedado conmigo. El mundo no necesita ser perfecto siempre y cuando él y yo estemos juntos.




(1) “No es una carga, es mi hermano”,  es obviamente una alusión directa a He Ain't Heavy, He's My Brother (1969) la popular balada escrita por Bobby Scott y Bob Russell y grabada originalmente por Kelly Gordon aunque la versión que la llevara a la fama sea la del grupo inglés The Hollies grabada el mismo año. Al año siguiente Neil Diamond hizo también un famoso cover y años después Bill Medley haría lo propio para ser incluida dentro del soundtrack de Rambo III(1988).

El título de la canción fue inspirado por el lema de “Boys Town”, una institución de ayuda creada por el sacerdote católico Edward Flanagan. La leyenda cuenta que el padre Flanagan ojeaba la revista “The Messenger” cuando se topó con el dibujo de un muchacho cargando a un niño a sus espaldas y en el pié se leía la leyenda: “He ain’t heavy mister, he’s my brother” (No es una carga señor, es mi hermano). El padre pensó que tanto la imagen como la frase capturaban el espíritu de su institución y las hizo propias. Afuera de la central de Boys Town en Omaha, Nebraska existe una estatua del dibujo con la leyenda “He ain’t heavy Father, he’s my brother” (No es una carga Padre, es mi hermano).

Les dejo el video de éste maravilloso clásico.

(2) Este mini-cuento lo escribí hace muchos años para una recopilación propia llamada “Cuentos para Niños”, pero al final lo descarté por ser autobiográfico, ya que chocaba un poco con la estructura del libro que incluía básicamente historias de ciencia ficción, fantasía y elseworlds.

En esta ocasión quise rescatarlo y dedicarlo para quien realmente fue escrito desde un principio.

(3) The First Time escrita y compuesta por Bono para el mítico álbum Zooropa (1993) es básicamente un b-side sin embargo es una de mis canciones favoritas de U2 y probablemente una de las mejores y más inspiradas letras del disco Bono in his finest.

Obviamente por no ser un hit no hay video oficial, sin embargo encontré este fanmade con imágenes de la película The Million Dollar Hotel (2000) del maestro Wim Wenders y me pareció muy apropiado ya que cuenta la leyenda que el guión de Nicholas Klein esta basado en un argumento original de Bono. Aquí pues el video vagamente relacionado pero muy disfrutable.

5 comentarios: